ESQUINA NEUTRAL Jael de la Luz


Estamos frente a frente, tú en tu esquina y yo en la mía. El campeonato está por comenzar. El público está enloquecido; espera un gran espectáculo. Los boletos se agotaron semanas atrás.  Hay quienes apostaron en dólares para tener el mejor lugar del ringside, no quieren perder un sólo movimiento. De sobra se sabe que somos enemigas dentro y fuera del cuadrilátero. Siento miradas pesadas cruzar nuestros cuerpos, las más intensas son de los periodistas deportivos; no es la primera vez que están a la expectativa de todos nuestros movimientos.

Algunos de ellos, como si fueran paparazzis, nos han inventado escándalos para suplementos deportivos en los diarios nacionales. Si no mal recuerdo, hace cinco años una nota sobre nosotras fue viral; esa bobada hizo que casi me cagara de la risa y tú lo supiste porque estábamos juntas cuando leímos el periódico. A ver, era una foto de un día cuando salimos de entrenar del gimnasio al mismo tiempo. Yo estoy agachada abrochando la agujeta de mi tenis, y tú detrás mio hiciste como sí me dejaras caer tu mochila deportiva. La foto capturó un gesto cruel en tu rostro, y pusieron como título ”La toma por sorpresa para quebrarle la espalda: ¡traición fuera del ring!.” ¡Qué cosa más ridícula!, pero ¡la afición lo creyó! Y así surgió la leyenda urbana de nuestra rivalidad.

Dentro y fuera del ring no se nos está permitido ser suaves; hay que ser rudas, ágiles, mostrar fortaleza y de qué está hecho el cuerpo. Inteligencia, agilidad, rapidez, técnica, condición, frialdad, esas son las claves para ser la campeona. Espero que estés lista para tu derrota. Yo ya estoy lista para la victoria.

Mientras levanto la mano para saludar a la afición, la ovación y las luces me dan la sensación de tener un flash en la cara mientras el referí nos presenta. La campana ya anuncia el primer round. Estás frente a mí, moviendo tu mandíbula… Mientras tu mirada sigue el juego de pies, pienso soltarte un uppercut.

-¡Vamos! ¡Suelta el primer jab! - te grito.

-¡Anda, ven aquí! ¡Tira el primer golpe!- !Esta vez no quiero un clinch!-, me provocas. 

Nada sucede, sólo juego de pies y simulaciones de querer aventar el primer golpe. No nos decidimos.
La presión de la afición aumenta, comienzan a abuchearnos y a mentarnos la madre. El referí se nos acerca para animar la contienda.

-Chicas, mucho dinero se juega esta noche; todos saben por qué están aquí. ¡Den el espectáculo ya! Los patrocinadores han invertido millones, nos dice casi riendo. -¡Vamos! ¡Ya nada de esquinas neutrales! - Su mirada nos fumiga con el puñetazo que da al suelo.

-¡Déjanos en paz!, -le digo-, nuestros cuerpos no son máquinas a las que una orden puedas dar, pienso sin decirle nada.

-¡No es fácil tirar el primer golpe! - le dices, mientras mueves de un lado al otro impaciente la cabeza. 

Intercambiamos miradas de rabia, no entre nosotras sino a él. Incómodo, el referí suaviza la tensión. -¡Eso lo hubieras pensado hace diez años cuando decidiste ser boxeadora profesional, pendeja!

El referí se dirige a mí, mientras se aleja de nosotras. No deja de sonreírme y mirarme sarcásticamente acariciándose los huevos, mientras pasa la lengua alrededor de sus labios. Sí por él fuera, ya me hubiera cogido. ¡Ja! ¡ja! ¡ja! ¡Qué pendejo es!, con las ganas se va a quedar.

Has aprovechado mi distracción para tirar el primer golpe. Miro tu rabia, siento tu golpe rozar con fuerza mi mejilla izquierda… siento que mi cabeza se va a dislocar, no puedo perder el equilibrio. Me has dirigido otro golpe directo al estómago, lo he esquivado, te abrazo fuertemente a mi pecho, mi corazón está galopando y la sangre me hierve por las venas.
No puedo seguir siendo parte de este juego. Quiero encontrar tus labios mientras la muchedumbre grita desenfrenada. No les escucho, quiero que tu respiración me ahogue, quiero encontrarte…pero no, no encuentro tu mirada, ni tus puños me dejan encontrar tus labios.

El referínos separa. Cada quien va a su esquina, todo me parece que puede terminar en un instante. La campana anuncia el segundo round. Estoy cansada, estoy ansiosa, mientras comienza nuevamente el juego de pies. Ahora si te voy a soltar un uppercut. Acércate y verás de lo que soy capaz. Dejaré caer toda mi furia. Quiero que caigas al suelo y ganarte este round.

Estoy cansada y ansiosa. Estoy deseando tocar tu cuerpo, desnudarlo, morderlo, comerlo, perderme en él. Quiero gritar que me enloqueces. Quiero gritar que desde el primer encuentro que marcó nuestra rivalidad, los golpes se convirtieron en caricias y que el ring fue sustituido por una cama de hotel barato; quiero que todo el mundo sepa que desde entonces mi corazón está derrotado.

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