A LA LUZ DE LA LUNA Carmen Almenara
La luz de la luna ilumina mis manos, mis dedos cansados y maltratados se hacen visibles en su tono gris azulado. Al mirar al cielo, como en una plegaria, descubro las estrellas brillando ahí arriba pese a todo lo que hay aquí abajo. Las estrellas, esas guías del destino tanto en lo literal como en lo más abstracto. El destino es una palabra extraña, como el futuro, palabras prometedoras y al mismo tiempo traicioneras. ¿Te acuerdas de Pepe? , tu voz suena con ese tono de pillo tan tuyo, como intentando atraer mi atención hacia algo menos doloroso. ¿Pepe? ¿Pepe El Tortas?, respondo de inmediato como volviendo de un mal sueño. Pepe El Tortas era uno de nuestros amigos de la infancia. Había llegado al colegio al final de la primaria y nadie le andaba haciendo mucho caso. Por aquel entonces Pepe a secas, era un chaval delgaducho y con la cara llena de mocos, pero aquel día nos faltaba uno para ganarle el partido a los de la banda del Cucas. Ese marrullero del colegio de al lado que