EL CAMISÓN BLANCO Daniela Trapé
Después de tres años donde el mundo parecía haberse congelado, retomé mi proyecto de volver a Roma, cancelado en su momento por la pandemia. Roma, ciudad que me atrapó desde su historia y que cuando conocí terminó de enamorarme. La recordaba en ese primer viaje que hice. Había llegado a la hora del ocaso, las luces color ámbar empezaban a realzar las ruinas de la ciudad antigua de una manera que te transportaban en el tiempo, no podía creer lo que veía, la emoción me corría por el cuerpo. Caminando abrumada de tanta belleza di vuelta una calle y de pronto, sobre el final de una diagonal, apareció el Coliseo Romano colgado de una luna cuarto menguante y un cielo estrellado. Mi cuerpo no pudo contener la emoción y mis ojos se nublaron de lágrimas que humedecieron mis mejillas hasta llegar a mi boca. Ese sí que fue un maravilloso julio del 2008. La pandemia lo había interrumpido todo, pero una vez que volvió la normalidad, finalmente pude concretar ese proyecto trunco. Bajé del avió