BABEL EN BABILONIA Patricia Terraza

La única señal de vida en el bar era el brillo del estaño de la barra.

El humo de cigarrillos, el vapor de la cafetera y la humedad del aliento de los parroquianos, acumulados por años, opacaba el aire.

El viejo sentado junto al pasillo, parecía formar parte del mobiliario. El ruido del tranvía apenas aceleraba el derrotero de las gotas del vidrio empañado. “Gdjybra swueyöön  frañoÄ  stienkfa”, pensó arrugando el entrecejo.

- Gdjybra swueyöön  frañoÄ  stienkfa  - dijo, y nadie respondió. El mozo simplemente le cambió el vaso por otro lleno, limpiando inútilmente con la servilleta la aureola impresa en la mesa de madera.

En ese momento, otro hombre entró rápidamente al bar casi patinando en el piso de cerámicas enlozadas y detrás de él una intensa ola de frio recorrió el salón. Sacudió el gamulán y se sacó la gorra dejando al descubierto un ancho surco sin cabello. Pero lo que le faltaba adelante lo ganaba con el largo por detrás en una rala coleta de pelo rubio entrecano. Fue directamente a su mesa de siempre, la dos, que dividía el salón al medio.

- ¡A la marosca que tornillo hace! ¡Manuel traeme un cortadito! Recién me bajo del bondi ¡que lo tiró, que rosca!  Si Manuel, cortadito por favor. Voy al baño. Llevámelo a la mesa.

 

Pasó tan apurado que no vio al hombre surcado de arrugas, con la espalda contra la barra sentado en la mesa uno, junto al pasillo que llevaba al baño. Al volver, apoyó los codos en la mesa de fórmica, endulzó el cortado y saludó al viejo, moviendo la cabeza, como dando pie al inicio de una conversación. Un Torino azul pasando por la calle Dormin con el escape abierto, dejó una estela de humo gris.

- ¡A la pipeta, que máquina! dijo un poco en voz alta y otro poco dirigiéndose al viejo.

- Vsderiyht nawrefhyäs, dijo el viejo.

- Hay que ser un bacán para tener uno de esos, salen un fangote, - dijo el otro casi como para sí mismo e intentó hacer los cálculos, pero le costaba mucho trabajo convertir el dinero moneda nacional a pesos ley. Todavía no se acostumbraba y de cualquier modo tampoco le daba el cuero para ese bote. 

- Quyfrhpfsï*ka - insistió el viejo mirando perdido el fondo de su vaso.

- Y si, por ahora seguiré con el fitito.

 

Con los auriculares colgando del cuello, el chico de rulos rubios empujó la puerta con el hombro y eligió la mesa tres, al lado de la ventana. Sacó su teléfono de la mochila para hacer una llamada y la dejó en el piso de vinilo.

Se sentó de espaldas a la mesa 1 y a la 2. Quería privacidad. Su voz rebotó en el aire opaco:

- Mozo… ¿Cuál es la clave de wifi? No se lee bien el QR en la carta.

-BabiloniaBar

-Joya

Pidió una speed, se ajustó los auriculares en los oídos y apoyó el celular en la mesa cromada.

-Bolú me  wasapeaste, me colgué, estoy limado de la cabeza, ansorri , te pido mildis. Alta joda anoche. Estoy pa tras. Mucha birra en la previa

-……

-Náa, la chabona me re cabe, está redable, pero el viejo es re tóxico bolú.

-….

-Sí, claro que me la transé, alto chamuyo el mío. Kenai

-….

-Ahh re careta lo tuyo, man. ¿Viste el insta?

 

El lugar era bastante estrecho y todos podían oír lo que sucedía a su alrededor.

El de la coleta se dirigió al hombre viejo:

- ¿Se dió cuenta lo que son los pibes de hoy? Se creen unos bananas. Todo el día con esos cosos en las  orejas y hablan como la mona. Están en la luna de Valencia. Se pasan de rosca, no estudian, se ratean. Los padres no les dicen nada y terminan siendo vagonetas.

- Wesginr gauifpos bhusfova; Estreyoxsha gtafembÍER - gruñó el viejo.

- Este pibe podría ser mi hijo. Bueno si fuera mi hijo le daría un soplamocos. Mire los tatuajes. ¿Ve lo que te digo? Se creen unos vivos bárbaros y terminan siendo unos tarambanas.

- Hayefroud

El chico seguía con los auriculares puestos, como si los otros dos no existieran.

-Ná, obvio pero yo me rescaté porque el  viejo armó un bardo que casi viene la yuta. Re flasheó, re agreta.

-…….

-¡Cualquiera el chabón ese!  muy zarpado, esta re mal de la gorra.

-…..

-No, ni ahí. De rúcula.

-……

- Quedé re manija con la minita. Shippeamos .

- ¿Medij vawperiste se:gnarm qifrei mödumgr?

- No le entendí bien, pero creo que se armó tole tole y el padre de la chica lo sacó carpiendo. Pero qué plato, uno los escucha y parece que vivieran en un mundo diferente.

- ¿Medij vawperiste se:gnarm qifrei mödumgr? – volvió a preguntar el otro dirigiéndose directamente al chico.

-Y el Nacho ni pintó, reforro, lo que pasa es que le da mucho al escabio ¿viste?  Y después palma. Se cree cool.  ¿Quién lo auspicia?

-….

-Si, de una. Se mandó cualquiera.

- Liprembas fojfres abovrei ghueisjeou-Pafeigou gijrensy   jomeuire maihju, se lamentó el hombre viejo.    

- Y eso que yo no soy ningún jovato. Y pará viejo, achicáme el pánico. A mí ni me la digas. ¡A papá mono con bananas de plástico!  Lo que pasa es que los pibes de hoy son un tiro al aire, están perdidos y agarran para el lado de los tomates ¿se entiende?

-Bancame un toque que voy al baño y te llamo. No bolú no me voy a tildar… ya te llamo, es un toque. No limes.

- ¿Pero usté lo escucha? ¿En qué idioma habla? ¿Y ese aro en la nariz? ¿qué es, africano? Ahí viene. ¡Mirá la facha!! Y ese pelo todo rapado pero solo a los costados.  Yo le pregunto.

- Nosdaljem fsrtyhas demoveg, quaverub frontedav

- No, no soy un meterete. Me extraña araña. Che pibe, te hago una preguntita  ya que veo que estas en la pomada.

-……

- ¿PODÉS SACARTE ESO DE LAS OREJAS?

. ¿Cuál es?

- Te quería preguntar algo ya que veo que estás en la pomada

- ¿La qué?

- ¿Dónde te dejan el lope así?

-¿….?

- ¿Quién es tu quafér o como se le diga ahora?

-FreegyuÖsns fuijrt

- No, no te estoy cargando, te pregunto nomás. Nunca te vi por acá. ¿Vas a la facu de aquí a la vuelta?

- ¿Sjuyllaopjwr taryhjbee?

- No te capto chabón, voy al baño. Sory.

- Ma sí, tomatelás. ¿Ve que son maleducados? Lo dejan a uno con la palabra en la boca.

- JneyÏ Üas  mchareyush – dijo el viejo meneando la cabeza.

- ¿Pero a vos qué te sapa?¿Por qué no te vas a freír churros con esa cantinela? No soy ningún jovato. Me caigo y me levanto, vas a hacer que me suba la mostaza. Y si me caliento se arma la gorda, te aviso. Porque, así como ves, soy leche hervida y bastante chinchudo, así que no me jodas.

El chico volvió del baño concentrado en su celular y pasó al lado de ellos sin siquiera registrarlos

-Es que me quede sin crédito bolú y no funca el wifi  y me  enganché hablando con unos chabones que no sé de dónde eran, me parece que me preguntaban algo,  no sé.

-….

-Me daba paja averiguar... Los viejos bolú son infumables.  Y yo no tengo paciencia. Empiezan a preguntarte si estudias si trabajas y que en los tiempos de ellos no sé qué bosta…. Insoportables.

- ¿Ve lo que le digo? - dijo el hombre pelado - Imagínese a este pibe en la colimba. Ahí sí que en un periquete lo ponían en órbita.

- Lisquhy majpëroimb vradOshchax. - el viejo movió la cabeza como asintiendo. -  Yojexwal peywbreikla menhaeu terreudesvji.

- ¿Me estás cargando? ¿No entendés lo que te digo? ¿Sabes qué? Sanseacabó, no te aguanto más, no quiero más lola ¿qué te pensás que sos? Chau pinela ñato,  que te garué finito. ¡Manuel cobrame! Me las pico.

Dejó un par de  billetes sobre la mesa y alcanzó a oír que el chico decía:

-Te dejo ñeri, me tomo el palo, sino después el subte es una banda

-…

-No, posta, me voy al sobre. Nada de gym

 

El chico guarda la tarjeta de débito en el bolsillo interno de la mochila. Se la cuelga al hombro y con la mano libre se acomoda el pelo. Un par de cabellos rubios quedan en su mano. ¿Estaría quedándose pelado? Esquiva a un viejo al salir a la calle. Cruza la puerta acomodándose la gorra que le disimula la calvicie. Hace frío y el 79 a esa hora probablemente vendría lleno. Mete las manos en los bolsillos del gamulán, busca algunas chirolas porque seguro que el fercho no tendría cambio. Trata de recordar dónde está la farmacia que vende las sales para los huesos, pero no lo consigue.  El chirrido del tranvía lo sorprende y un chico joven con una mochila colgando del hombro casi lo atropella.

- Sjfnhuols jopöiersd kmPIAsjer – protesta enojado. 

Algo le responden, pero no puede entender.

Hace frío y decide volver a la comodidad de la mesa número uno, junto al pasillo que lleva al baño.

La única señal de vida en el bar es el brillo del estaño de la barra.

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