EL OTRO LADO DEL ESPEJO Diana Huarte

Habían pasado muchos años pero lo reconoció entre la gente. La cara angulosa mostraba dos pómulos que se hundían ahogándose en el hermetismo de unos labios que dibujaban una mueca siniestra. Lo vio moverse, caminar desde la mesa en que estaba e ir hacia el servicio de hombres. Seguía conservando el mismo porte delgado, elegante y ágil. Sólo los cabellos se habían vuelto totalmente blancos y las arrugas se habían hecho más profundas, como las marcas en el tronco de un árbol. Él no la vio. Ella estaba en la parte reservada del restaurante al que acudía siempre cuando no quería ser molestada por fotógrafos o admiradores, pero desde la cual podía ver ciertas partes del lugar sin ser vista, y aquél jueves de mayo, cuando giró su cuerpo hacia la derecha para buscar el celular en la cartera lo vio, y no dudó por un instante en que era él, el hombre que había destrozado su vida. Pagó la cuenta y se dirigió a la puerta trasera del restaurante por donde salió sin ser vista. Cam...