MEMORIAS María Victoria Cristancho
Timoteo se había adelantado a la cita. Sabía que a Nubia le reventaba llegar primera. Por la mañana, antes de irse a trabajar, cuando ella todavía dormía, le había dejado la nota en su mesita de noche. Y no quería que este encuentro, que él había decidido -con dolor- que fuera su última vez, se empañara con una nimiedad como la de llegar tarde. “¡Qué ironía, tener que pedirle una cita a la mujer con la que se ha vivido por veinticinco años y con la que se comparten tres hijos y dos nietos!”, se dijo para sus adentros mientras preparaba la escena. Quería que al menos esa ocasión fuese perfecta. Así que buscó la pila de leña seca, que estaba en el cobertizo. Escogió los trozos más robustos para garantizar una buena fogata. Ya en la chimenea usó el iniciador y, sin mucho esfuerzo, las primeras llamas comenzaron a abrazar la madera. Nubia llegó a la hora señalada, 8pm, ni antes ni después . Esa certeza sobre esta mujer de vivos ojos negros que brillaban a la l...