LA LIBRETA MÁGICA Amanda Vilanova


La farsa comenzó a las 4:00 de la tarde. La Vilanova conversaba con Oliverio en el balcón. “Yo no he logrado escribir mi gran obra, mi opus por así decirlo, porque no tomo notas…no ando con una libreta en mano, entiendes. Hay que tener algo a la mano para anotar las ideas, sino desparecen, se esfuman.”

“Bueno, pues compra una o escribe en tu computadora o escríbelo en el teléfono, en los notes, qué se yo.”

“No es lo mismo. Hay una frialdad anti-creativa en la tecnología”, dijo La Vilanova mirando hacia al horizonte y dándole vuelta a la mano derecha para enfatizar su punto.  “Una distancia. Como que se puede depositar la idea y olvidarla por siempre o que esa idea puede encontrarla un ente externo sin tu consentimiento…”

“¿Entes externos hackearían tu teléfono para tus ideas y no tu Google Pay? Igual, no se llevarían mucho…”

“No es igual, no hay evidencia del proceso creativo, del borrar y tachar…del desarrollo de una pieza literaria.”

“Pues cómprate una libreta, aunque no sé si el proceso creativo es necesario tenerlo en evidencia. ¿No estás buscando una obra completada para este…opus?”

Hubo una pausa. La Vilanova suspiró.

“…comprar una libreta y ya como si fuese tan fá…”

“No es que lo que se necesita es una libreta de apuntes, pues anda y busca la libreta.”

Dicho con tanta sencillez y claridad, la ecuación parecía sencilla:

                      libreta + tomar nota de ideas = completar obra literaria de gran valor

“Bueno pues ahora mismo voy.” La Vilanova sacó el teléfono en ánimo de encontrar la tienda más cercana. Entró un mensaje de WhatsApp con un meme de un perro y se hecho a reír. Luego decidió verificar sus correos electrónicos y al no encontrar nada nuevo se dirigió al Instagram, claro, a ver si Paulina había posteado algo de la fiesta de la noche anterior y subió la mirada y se encontró con los ojos verdes de Oliverio con una expresión entre burla y enojo.

“¿Qué?”

“No ibas por una libreta.”

“Ahora voy, ahora mismo.” Le tomó media hora salir del apartamento, pensando en si iba a llover, si debía llevar una sombrilla o no, en qué ponerse y en volver a mirar el Facebook a ver si alguien había puesto algo interesante.

Saliendo del edificio se encontró a los dos chicos que fuman pasto en la escalera enseñándole a un tercero como aguantar la respiración. Los dos chicos usuales tenían los ojos hinchados y le decían al chico nuevo eso mismo eso, bien muy bien… Había algo extrañamente dulce sobre la escena.  La Vilanova intentó pensar en la última vez que fumó. Sus intentos tímidos con el Cannabis habían concluido en un ataque de histeria y paranoia tal que acusó a un compañero, con una violencia que ella jamás había conocido, de querer robarle la ceja izquierda. Después del incidente decidió que lo suyo era la cerveza light. Otra razón por la cual no había logrado escribir su gran obra: su resistencia al uso de sustancias controladas. ¿Cómo iba a imaginarse un mundo como Naked Lunch o Clockwork Orange sin alguna asistencia y/o experiencia con las sustancias en cuestión?

Otra fórmula clara apareció de manera inconsciente:

                libreta + sustancias controladas = completar gran obra literaria extraña/traumatizante

Llegó a la tienda de la esquina y estaba cerrada, cosa que debió imaginarse, era domingo a fin de cuenta. El cielo estaba cada vez más oscuro y decidió acelerar el paso.  De camino al supermercado que quedaba a dos cuadras sintió una ola de motivación. Se miró a sí misma como desde afuera: una artista de la pluma en una peregrinación hacia las herramientas adecuadas para crear su gran obra. Todo lo anterior era un ensayo. Este era su momento. Recordó la época en que leyó El Secreto y La Magia. En la que hacía listas para enviar las vibras adecuadas al universo.

Recordó sus mantras de aquel entonces:

“La procrastinación es muerte”

“Escribe. Escribe todo lo que salga no te edites. Eso viene luego”

“Escribe lo que conoces, eres experta en algo”

“El peor crítico es uno mismo”

Una fórmula se le asomó en el entrecejo:

                escribir sin editar + flujo de la consciencia = una obra literaria a lo Virginia Woolf

La Vilanova decidió ensayar el flujo de la consciencia de camino al supermercado de la esquina:

Las nubes se van acumulando y hay sombrilla en… ninguna parte, la chica en la ventana se ve muy concentrada en algo, piensa en que ya no puede correr porque está lloviendo…la única solución es comer dulce o tomarse un té. Recuerdo que un día, un té verde me habló. Me dijo que era hora de ir a una astróloga para conectarme con mi signo zodiacal y las estrella que le darían sentido al rumbo absurdo de mi vida, el celular vibra y me resisto a mirar porque se me jode el flujo de la conscien…

Llegó al supermercado de la otra esquina y después de dar vueltas encontró el anaquel de periódicos. En el anaquel de periódicos y revistas vio un hueco con una etiqueta y precio que decía: “Libreta £7.00” No quedaba ninguna. Al salir ya las gotas de lluvia comenzaban a caer, poco a poco y luego con más ímpetu. Iba a caer un diluvio. El celular vibró una vez más y La Vilanova, ahora conectada con los mantras del pasado, resistió el impulso de mirar.  La procrastinación es muerte. Se obligó a regresar a sus reflexiones.

Otra fórmula:

                ser experto en algo + escribir sobre ello = una gran obra de ficción

¿Pero en qué era experta? En comer de más y en tener malos novios. Por eso sus exnovios salían en todos sus cuentos y ella los describía más hermosos y crueles de lo que fueron en realidad, para avergonzarse menos por su mal gusto. A veces los mataba y en otros cuentos hacía que terminaran gordos, feos y solos porque, para mucha gente, no hay nada peor que ser gordo y estar solo. Aunque eso no lo pensara ella, era una manera de castigar a quienes la habían hecho daño en el pasado. Ya es hora de cambiar de temática. Debo tener alguna otra experiencia interesante…

Era asunto de emplear las estrategias que había aprendido en sus diversos talleres literarios. Era cuestión de emplear los ejercicios aprendidos por ella y el resto de los Visitantes Letrados.

“¿Qué tienes a la mano ahora? ¿Qué está a tu disposición? Para crear la escena; para desarrollar personaje”

                comprar una libreta + utilizar los cinco sentidos =

                obras magníficas de gran veracidad y precisión

Había una tienda de esas que no cumplen un propósito concreto que se llaman: La Habitación de Amelia o COSAS o Brócoli. Estas tiendas son de esas que uno no sabe cómo siguen abiertas y se imagina que la mantiene una ama de casa que no necesita el dinero. La Vilanova se sintió mal por su pensamiento machista y cambió el ama por amo de casa en su mente. Soy una machista, tengo que mejorar.

               comprar una libreta + tomar notas, inconsciente de tu propio machismo =

               crear una obra literaria anti- feminista

Entró a la tienda que en este caso se llamaba NORTE & SOUTH y caminó entre los floreros asimétricos y los pisapapeles en forma de pescado.  En un anaquel al lado de una sección de libros con fotos de casas y paisajes había una libreta gorda con una tapa en cuero. Ese era el momento. El momento en el que comenzaba su opus.

                libreta hermosa que provoca inspiración + tomar notas sin juzgarse a sí mismo =

               una obra de gran valor literario y autobiográfico en la que cambia la vida del escritor

               y el lector de igual manera

Unas manos húmedas me abrazan por un instante. Este es el momento de mi partida, mi salida hacia el este o el oeste. Mi momento de llenarme entera de palabras, palabras y palabras. Mi momento de evidenciar mi potencial, de llenar los vacíos llenos de posibilidad. De ser más que un montón de papel, de ser un testigo de un arte, de una vida o de un secreto.

La Vilanova levantó la libreta con alegría y luego casi se la tira en la cara al muchachito flaco que estaba parado detrás de la caja registradora mirando su teléfono. El precio era £45.00. Sus ganas de comenzar la obra literaria del siglo la abandonaron al recordar que si gastaba eso en la libreta no podría comprar almuerzo.

Otra fórmula:

            gastar todo el dinero en la libreta + pasar hambre =

             creación literaria sobre el hambre y/o creación literaria ninguna

Caminó hacia su apartamento bajo la lluvia torrencial. Llegó a su apartamento mojada de pies a cabeza con la seguridad de que, si lograba escribir cualquier cosa hoy, realmente comenzaría su opus. Todos preferimos la historia de un escritor cuya carrera comenzaba como estoy yo en estos momentos… confundida, pobre, bohemia, radical, llena de inicios y con pocos finales….

Se resignó a hacer uso de la tecnología con frialdad anti-creativa. Miró la página en blanco abierta en su ordenador. Escribe lo que conoces, eres experta en algo.

“La farsa comenzó a las…” Le vibró el celular. 

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