LA MADUREZ A PRINCIPIOS DE SIGLO José L. Gutiérrez Trueba


Marcia y Alejandra
No había aún acabado de escribir el mensaje cuando ya le estaba llamando por teléfono, y era algo que odiaba en exceso. Si se escribe se escribe, y si se habla se habla, aunque claro, quien no se muere de ganas por escuchar las pamplinas de Marcia. Tomó las dos pastillas grandes quema grasas antes de coger el teléfono, costaba mucho tragarlas sin agua
- Aleeeee, Alegaitor, cocodrilaaa mi amor, ¿has visto lo que acaba de decir esa amargada? –dijo Marcia como tarjeta de presentación
- Escribir, Marcia. Escribir
- Pero cómo se puede ser tan perra
- Guau guau guauuuu –ladró Alejandra mientras veía el tráfico de la Castellana por la ventana de su despacho
- Oye, que yo la quiero mucho ¿eh? No vayas ahora a irle con el cuento - Cree el ladrón que todos son…
- Pero es una perra mentirosa –dijo Marcia interrumpiendo a Alejandra
- Vamos a ver, -con una voz cargada de paciencia- ¿y por qué esta vez?
- ¿Tú te crees que no haya adelgazado nada en 3 semanas? Esa foto que ha mandado sale en el manual de usuario del photoshop.
- Pero, ¿acaso tú no está mintiéndonos todos los días?
- Jamás, Jandrita. Jamás.
- Marcia…
- O al menos no se me nota tanto
- Ya –hizo una pausa-, y la foto en la báscula que mandaste al foro hace dos días me la creo ¿no?
- ¿Cuál?
- Ese primer plano de unos pies sobre una báscula con 75 kg –dijo Alejandra poniendo en la palma de la mano la pastilla roja rectangular y varias cápsulas bicolores
- Pues claro que es verdad
- ¿También cambiaste el 6 por un 7 con el manual ese fantástico que tienes de photoshop?
- Que dirás
- Marcia, en la vida te has pintado las uñas de los pies de burdeos
- Ya, pero Alejandría, cariño, es que es lo que se lleva ahora en Londres
- Claro, claro. Se lleva en Londres, y las demás vivimos en el Congo Belga, somos unas paletas y no sabemos lo que está de moda.
- Pues sí Ale, pues sí. Ahora me negarás que Madrid no está lleno de rancias
- Esa foto…. ¿tú te crees que somos tontas Marcia?
- Que si Ale, que sí. Chabacano a más no poder. Madrid no es ni capital, ni es nada
- No te recuerdo un juanete en el dedo derecho… esos pies de la foto serían los de tu suegra
- ¿Cómo? Que dices que no te oigo
- ¡Tu suegra!
- Oye, que se corta, no se oye nadaaa. Te dejo amore
Alejandra se quedó mirando al teléfono con una sonrisa involuntaria mientras contaba segundos en voz alta: UNO… la Reina, DOS… Charles, TRES… Camila, CUATRO... Lady di, CINCO… y siguiendo la tradición en ese mismo momento llegaba un mensaje nuevo de Marcia al foro de WhatsApp que tenían las tres: Dani amor, Daniquinieeela, gol, goool, jo, ¿qué rollo que siga sin caberte la falda de Navidades no? Lo había comprobado muchas veces. Con Marcia era imposible contar en voz alta y acabar con toda la familia real británica

Alejandra y Daniela
Por la mañana, al apagar la alarma del móvil, ya vio que tenía varios de sus WhatsApps. Edulcorados con decenas de emoticonos. A partir de las 8 empezaron a entrar más descontroladamente, quizás uno cada 10 minutos: ponme un me gusta YA a la foto de Auschwitz con Oscar. Y más emoticonos. Poco después, la frecuencia incremento: pónmelo YAAA ¡He colgado la foto hace una hora y NADIE me ha dado ni un me gusta!
Auschwitz con Oscar. No podía existir una localización más perfecta.
También había varias llamadas perdidas, no sabía si eran de hoy o del resto de la semana. Cuantas veces le podía haber dicho a la histérica de Daniela que no la llamara al trabajo. Justo antes de entrar a la reunión se metió una puntita de farlopa en el baño y apagó el móvil. Ni modo avión, ni en silencio. No tenía la menor duda de que Daniela sabría algún truco para hacerlo sonar.
Hacía años que Daniela no se acostaba con Oscar, su maridito; dormían en camas separadas; no se hablaban y no se divorciaban para no perder dinero; ni siquiera estaban juntos por su hijo pequeño, y cada dos por tres colgaba fotos de los dos abrazados etiquetadas con #SanValentinForever. Puro Auschwitz. ¿Toda la mañana persiguiéndome para que te ponga un me gusta a una foto más falsa que tus vestidos de Prada? Vete a la mierda Daniela. A ver si revientas de ansiedad con tus “cero me gustas”.
La mesa elíptica daba pánico, brillaba de un modo antinatural. Estaba llena de hombres, un santuario al machismo y la misoginia. Casi todos viejos asquerosos, destacando especialmente un par de ellos con caspa sobre los hombros. Se había traído el traje azul ajustado de licra, le quedaba como un guante después de todo lo que había adelgazado. Al final, la apuesta del bolso quizás también iba a servir para un aumento de sueldo. Bendito vestido, la marcaba unos pezones como los timbres de la recepción de un hotel. Estuvo por la noche sacándoles brillo, con esos zapatos de tacón de ramera se sentía más segura.
Alejandra arrancó con soltura la presentación, y los 10 primeros minutos fueron grandiosos, aunque el carraspeo del baboso de marketing le hizo tambalearse por momentos. Luego volvió a coger altura. Se esforzó en acabar las frases dejando su boca sensualmente entreabierta, mientras fijaba la vista en los ojos vidriosos de alguno de sus espectadores. Estaba convencida de que el producto lo tenía ya casi vendido. Llegó a la última diapositiva y vino el turno de preguntas. Fue largo y correoso, aunque todas las respuestas fueron claras y concisas, según ella más que satisfactorias. Cuando estaba a punto de acabar, el proyector salió del standby y sin saber por qué una foto emergente de Facebook con un mensaje iluminó la pantalla: gorda sebosa, dale al me gusta de una vez o publico en mi muro que le comiste la polla al de marketing para que te ascendiera Negrita. No había ni un emoticono en el mensaje, pero la mesa elíptica se llenó de caras amarillas.

Daniela y Marcia
Recibió un mensaje el día anterior por la noche. Un mensaje de texto. SMS se llamaban ¿no? Pensaba que eso ya ni existía: Dani, reina, necesito verte como sea, pero no quiero que me veas porque entonces veras que no he adelgazado nada, muy fuerte. Minutos más tarde llego otro: mañana en el aeropuerto a las 5 en punto, hago escala en Milán. Vete a los baños de afuera al lado del kiosko, metete en la última a la derecha.
Viniendo de Marcia todo era posible, aunque quedar en los baños del aeropuerto superaba cualquier delirio. La llamo varias veces sin obtener respuesta. El aeropuerto la cogía de camino de vuelta del trabajo, así que paro el coche, solo por curiosidad. No estaba por la cafetería, ni los pasillos. Poseída de un inmenso sentido del ridículo entró a los baños, había un par de mujeres y espero a que se secaran las manos.
Cuando ya no quedó nadie, con susurros llamó a Marcia
- Daniiii, Daniquiladora, ¿estás ahí al lado?
- Pero que tonterías son estas Marcia de cita a ciegas en unos baños, estás loca. ¡Sal de ahí dentro!
- Antes muerta
- ¡Sal y vamos a la cafetería a hablar como personas normales!
- Que no. Entra en la puerta de al lado que tenemos que hablar
- Marcia, sal o me voy
- Que te he dicho que no. –dijo enfadada- Venga, que en 40 minutos me voy a Lanzarote
- ¿Lanzarote? ¿Y para que vienes hasta Milán? Hay vuelos directos desde Londres
- Tú estás loca. ¿Y viajar con toda esa chusma de hooligans alcoholizados en el mismo avión?
- ¿Cómo? – preguntó Daniela asustada
- Déjalo, te has embrutecido en ese pueblo perdido de los Alpes. Vamos a hablar, que no tenemos tiempo
- ¿Tiempo para qué?
- Esto de la apuesta, que tenemos que pararlo Dani. Ayúdame tu.
- ¿Pararlo?
- Sí, Alejandra está haciendo trampas seguro.
- ¿Trampas? Pues ya me gustaría que fuera verdad, solo para cazarla, con lo responsable y cívica que piensa que es.
- ¡Esas fotos que manda son falsas! El otro día subió una a Instagram comiendo cochinillo en Segovia.
- ¡Y qué más me da a mi lo que se coma! –exclamó Daniela como medio enfadada
- Estás tonta o que. Manda esas fotos para que nos relajemos y nos saltemos el régimen. Estoy segura que ella ya se ha quedado como una escoba.
- Que dices mujer. Ya quisiera ella. Ese culo de geiser que tiene no se baja tan fácil
- ¡Mierda! No dijimos nada de liposucciones ¿no?
- Sí, sí. Eso fue lo primero que yo dije
- Bueno, lo escribo ahora mismo en el foro por si acaso.
- ¿Y tú qué? Tanta trampa que hablas y tanta historia ¿has adelgazado algo o no?
- Que va Daniela Defoe, sigo como una foca
- No me lo creo. Sal para que te vea.
- Tampoco valía reducirse el pecho, ¿no? –dijo ignorando a Daniela
- Pero que te vas a reducir tú, ¡tabla de planchar!
- Lo decía por ti cari y tus tetas de destrucción masiva
- ¿Tetas? ¿Qué tetas? Yo me he quedado en los huesos con la dieta de los frutos secos
- Maaaala, serás Daniquiavélica, ¿por qué no me has dicho nada?, ¿y qué dieta es esa? ¿La de Jennifer Aniston? Yo estoy con la dieta Duncan, la de toda la vida, que no falla jamás de los jamases –aseguró Marcia
- ¿Duncan? Por favor, eso lo hacían en el siglo XX. Olvídate de eso. Los frutos secos son maravillosos. Come todos los que puedas, a diario: nueces, almendras, también valen los panes esos que tienen frutos secos y la mantequilla de cacahuete. Esa es la mejor. Mucha - ¿Pero eso no engorda?
- Engorda si tomas vitaminas A y C. Los frutos secos solos combinados por la mañana con un litro de leche entera y dos cruasanes, elevan el nivel glucémico y queman las grasas super rápido.
- ¿Cruasanes?
- Si, mejor de crema o chocolate. Ya veras, hazlo, en dos semanas caen 5 kilos mínimo. –prometía Daniela- Me da igual que ganes tú, cualquiera antes que Alejandra. Se cree tan perfecta.
- ¿Leche entera? No puede ser
- Abre la puerta si no me crees, anda, y así ves lo flaca que me he quedado
- Ni loca te abro. En un torneo de sumo me descalifican por doping.
- ¡Abre ya pesada!
- ¡Que no te he dicho!
En ese momento entraron un par de adolescentes a los baños, mirando con descaro como aquella mujer hablaba sola con una puerta. Daniela se avergonzó y se fue sin decir nada. Marcia siguió con su monologo durante bastante tiempo: y por favor no. No, no, no. No digas nada en el foro que me voy a Lanzarote, que esa perra de Alejandra me pedirá fotos en bikini.

Marcia, Daniela y Alejandra
Marcia se estuvo pesando todas las mañanas durante los 3 meses que duró la apuesta, solo provista de unas bragas. Siempre las mismas claro, tenía unas bragas específicas para pesarse. El sostén descartado. Un sujetador de mediana calidad engordaba mínimo 2 kilos: los aros, la copa, el relleno, el metal. Una braguita para la báscula, y no más.
Adriana estaba convencida de que era mejor pesarse por la noche, justo antes de ir a cenar. A pesar de haber ingerido líquidos y comida, el desgaste y a su vez, el engrase del cuerpo a lo largo de todo el día, solo podían medirse en ese momento.
A Daniela le daba igual la hora, se pesaba constantemente. En el trabajo tenía una báscula. La había puesto hasta nombre: bascuum cleaner. Según ella aspiraba los kilos y la hacía mejor persona. Sin embargo, la báscula del baño de casa no tenía un nombre definido, a veces zorra, otras tuputamadre. “Eres tan tan tan perversa, no tienes piedad conmigo”.
Todo empezó tres meses atrás, en la última vez que se vieron. Ya ni se sabía cuánto tiempo había pasado desde que vivieron juntas en Londres, aun así, siempre que podían quedaban un fin de semana para verse, normalmente en una ciudad diferente de Europa, y esta vez fue Londres de nuevo. Un comentario inocente de Marcia desencadenó el desastre: “amores, ya estamos vagas y gordas, nos trae sin cuidado todo. Midlife crisis”. Alejandra no lo veía así. Eso del cuerpo 10 era algo de la
adolescencia, un tema muy superado, pero Daniela refunfuñaba porque sabía que Marcia tenía razón. Era un más que claro declive prematuro.
Trataron de olvidar el tema, buscando parcelas comunes más cómodas: la moda, el botox, Louis Vuitton y el ultimo bolso que había sacado. Entonces fue cuando vino la gran idea de Marcia, aunque meses después la idea no les pareció tan buena, y dijo que eso era lo que les hacía falta para adelgazar: un buen estimulo. “Ya lo tengo chicas. ¡Vamos a apostarnos ese bolso de Louis Vuitton!”, exclamó Marcia, “la que adelgace más de las tres en.… no sé, en tres meses venga, se lo lleva”
Marcia lo veía ya ganado: Daniela no tenía fuerza de voluntad si no había el paquete de un hombre de por medio, y Alejandra era como un pez globo, con problemas eternos de retención de líquidos, sobre todo los que provenían de la uva.
Alejandra no dudó en aceptar: Marcia era una trastornada patológica, que solo pretendía tener un cierto equilibrio psicológico atiborrándose a pasteles y comida basura. Y Daniela. Por favor. Daniela no es fea, pero siempre había sido una cerdita.
Daniela fue la que más dudo, la apuesta tenía que tener algún truco, si no era imposible que las chicas hubieran aceptado de inmediato. ¿Acaso ya no se miraban al espejo? Esas dos juntas, en albornoz y con un abanico en la mano, parecían un calendario de dioses budistas.
La báscula era fundamental, era el árbitro del partido. Y, por tanto, debía de ser el mismo arbitro durante todo el encuentro. Al principio y al final. Había que pesarse esa misma tarde, y tres meses después, pero en una báscula idéntica. Así que solo había dos caminos: uno, volver a Londres; o dos, comprar una báscula, pesarse las tres, y llevarla a la próxima cita a una ciudad neutral: ni Madrid, ni Londres, ni el pueblo ese de orangutanes de Italia. Otro lado parecía lo más justo, y de paso poder
emborracharse a gusto en un sitio anónimo, pero Alejandra empezó a poner pegas. Ese fin de semana le tocaba la niña, bueno, le tocaba a su exmarido, y a última hora le habían puesto un viaje de trabajo urgente a Estambul y se había negado en redondo a llevarse la niña. Así que Alejandra pensó en el London eye, las mazmorras y la Warner Bross de Harry Potter. En el jardín de Marcia, la niña jugando con el perro no podía molestar mucho. Jugando con su perro o con su hijo. Ya no se acordaba si Marcia al final tuvo un hijo o seguía teniendo aquel perro lanudo. En qué cabeza cabía llamar a un perro Charlie, ¿y quién sabe si Charlie sigue siendo un perro o se ha reencarnado en un niño? ¿es que alguien conoce a un perro que se llame Francisco Javier?
También cabía una tercera opción. Marcia propuso comprar una báscula en Londres, y dentro de tres meses quedar en otro sitio. Insistía con que a ella no la importaba llevarla en la maleta. Propuso ir a Berlín para pesarse en mitad de Postdamer Platz, según Marcia el punto geodésico más frio del mundo en febrero, para así tener las carnes bien prietas. Tampoco fructificó, nadie se fiaba de ella. Seguro que durante ese tiempo la abría para trucarla, o si no adelgazaba nada, siempre podría decir que la báscula se había roto, y anular la apuesta.
Daniela insistió con Dubai y luego con Paris, y la tienda de Louis Vuitton en los Campos Eliseos. La hija de Alejandra ya había estado en Eurodisney, así que al final la opción de volver a Londres se impuso, y Daniela enseguida se hizo con ella como si la hubiera propuesto en primera instancia: nenas, pues si no queréis ir a Francia, el bolso me lo vais a pagar en libras, las cuatro mil y pico que cueste. Dos mil quinientas deberías pagar cada una, nada de miserias. Que yo ya tengo una edad, soy madre, estoy casada y tengo una hipoteca. Parecéis unas niñatas, hombre. Mi bolso me lo compráis en la tienda de Louis Vuitton de Mayfair.

Marcia, Daniela, Alejandra y Louis
A los tres meses volvieron a Londres. Y volvieron al supermercado ese del sur donde se habían pesado la primera vez. Las vueltas que pudieron dar aquel día, buscando una farmacia para pesarse. Primer error, en Londres las farmacias no tienen basculas.
Después de mendigar por gasolineras, centros comerciales y oficinas de paquetería, encontraron en un supermercado al árbitro del partido. Entonces fue cuando mirando de tú a tú a la báscula empezó el miedo escénico. Alejandra se negó a que sus amigas supieran su peso, por lo que se hacía muy difícil, si no imposible, poder saber lo que iba a adelgazar durante esos tres meses sin tener la referencia del peso inicial. Así que propuso cambiar los kilos por los centímetros, y medirse el contorno de cintura y caderas, dato que no la importaba compartir, y zona corporal que precisamente era de donde ella más adelgazaba. Marcia protestó enérgicamente, si se cambiaban las normas, ella quería que la midieran los pechos y el contorno de los brazos. Cuando perdía dos kilos dejaba de usar sujetador. Así estuvieron horas, hasta que al final se pesaron, y sacaron multitud de fotos del evento.
Tres meses después, antes de volver al super por segunda vez, fueron a casa de Marcia, a descansar un poco del viaje, dejar las maletas y quitarse un rato los zapatos.
Era una casa antigua, no tan vieja como para ser victoriana, aunque para Marcia el destartalado almacén de carbón en una esquina del jardín y el porche a la entrada con adornos de madera tallada, hacían que la casa fuera una rara avis, una auténtica joya, pudiéndose catalogar como victoriana eduardiana tardía. La niña pequeña de Alejandra, que al final no tuvo otro remedio que traérsela, enseguida salió a jugar al backyard con muchas ganas de embadurnarse la cara de carbón.
Mientras el vino blanco se enfriaba, empezaron a divagar:
- Oye, yo no voy a tomar alcohol, que me engorda. Vámonos ya al supermercado a pesarnos, y luego nos emborrachamos –dijo Alejandra levantando el dedo.
- Bueno, espérate un poco ¿no?, a lo mejor las demás sí queremos vino –dijo molesta Daniela
- Pues a mí entonces Marcia ponme una infusión de cola de caballo, hibisco, ortiga y diente de león
- ¿Y cuerno de rinoceronte recién molido también querrás darling? –ironizó Marcia mientras encendía el kettle y sacaba una bolsita de té verde sin aroma del armario - pues yo hice la dieta baja en carbohidratos, luego la del sirope de arce, después la Atkins, la Duncan, una de choque del melocotón en almíbar, la de los frutos secos, la de…
- ¿Frutos secos? ¿y a ti quién te engaño? –interrumpió Alejandra mientras Daniela hacía que miraba por la ventana
- Y por supuesto ayuno cuatro días a la semana –dijo Marcia ignorando a Alejandra
- ¿Cuatro días sin comer seguidos? Estás trastornada Marcia –dijo Alejandra
- Sí. Bueno en plan Ramadán. Después de las 10 de la noche no comer nada de nada hasta el desayuno del día siguiente. Vamos, que ningún mérito les veo ya ahora a las musulmanas. ¿Y vosotras chicas? ¿Qué diabluras hicisteis? –soltó Marcia entre risitas
- Tú tienes pinta de haberte matado en el gimnasio para nada ¿no Daniela? –sonrió Alejandra girando la cabeza para ver sus caderas
- Lo que te va a matar es tu corazón, que te va a reventar de tenerlo anquilosado. De la oficina a tu salón de casa, no te mueves nada. El gimnasio es salud, ignorante, no figura.
- No riñáis queens –intervino Marcia
- Alguna diablura he hecho. Tomé muchas pastillas adelgazantes, hasta vomité alguna vez –dijo Daniela-, bueno, la verdad es que he vomitado bastante
- ¿Has vuelto a recaer? –preguntó Alejandra
- No, no. La bulimia es algo del pasado
- A quién se le ocurre… – dijo Marcia
- Nada, nada, no te preocupes, que eso es algo del pasado. Además, quien no ha sido bulímica no ha tenido juventud
- Pues casi no lo cuentas un par de veces
- Alejandra, a cada uno le da por lo que le da, ¿tú sigues esnifando hasta la cal de las paredes? ¿no te acuerdas de la noche aquella de Halloween en Fabric?, parece que te estoy viendo todavía, en la ambulancia echando espuma por la boca, te vino Jesucristo a visitar
- Pero qué bobadas estas diciendo. Ni que hubiera sido una yonki, todo el mundo se drogaba en Londres en aquella época. Y contadas fueron las rayas que me metí de clubbing. –contestó Alejandra subiendo la voz- Y claro que ya no tomo coca. Tengo una hija de 8 años. Ni se me ocurriría drogarme o vomitar para ganar una apuesta
- Claro, claro, ya sabemos todas lo madura que eres. ¿Y tú Marcia? –cambió de interlocutor intentando relajarse- Al final no te volvió la regla, ¿no? A mí tampoco me bajaba, vaya susto, hasta el predictor daba positivo, como para tener ahora otro hijo.
- ¿Pero no se hizo tu marido la vasectomía el año pasado? –preguntó Alejandra mientras Marcia se reía con estridencia.
- Bueno, alguna diablura más se hizo con el mulatito de la tienda de abajo. Pero vamos, nada. La regla se desajustó sola con tanta pastilla.
- Pastillas de colores, y luego yo soy la drogadicta –espetó Alejandra
- Pues yo sí que estaba embarazada
- Ya lo vemos, esa barriguita te delata ¡felicidades! –dijo con alegría Daniela
- No, no. Que estaba embarazada, pero ya no lo estoy. Aborté.
- ¿Qué lo abortaste? –preguntó Alejandra.
- Bueno, los aborté, parece que eran dos.
- ¿Gemelos?
- Gemelos o mellizos, no sé, a lo mejor eran como dos gatitos siameses, –dijo mofándose Marcia- qué más da, pedí que me los sacaran en cuanto antes. Me estaban engordando.
- ¿Qué te estaban qué?
- Engordando, parecía una bola del árbol de Navidad
- Tú eres tonta del culo. En tres meses de embarazo no da tiempo a engordar – dijo Daniela
- Bueno nenas, qué más da, por si acaso hice ctrl alt supr y fuera –contestó Marcia.
- Marcia, has estado más de 3 años intentado tener un hijo, te has gastado no sé cuánto dinero en fecundaciones in vitro y en semen de toro de lidia, y ahora, que te quedas embarazada, abortas para llevarte un bolso –gritó Alejandra
- Quizás sí. Aunque la verdad es que hubiera abortado igual, se me quitaron las ganas hace tiempo viéndoos a vosotras con ese rollazo de hijos que tenéis. ¿O me vais a decir la mierda esa de que tener un hijo es lo mejor que os ha pasado en vuestra vida?
- Pues a mí, sí –dijo Alejandra
- Sí claro, por eso tienes la cara ya como Meg Ryan de tanto botox que te metes. Gástate el dinero en ropita para tu hija, que la llevas siempre en chándal –dijo Marcia cambiando el tono.
En ese momento entró Craig en el salón y las chicas se callaron. Luego cambiaron al inglés, y hablaron con él del tiempo. Daniela mientras le devoraba con la mirada no pudo evitar soltar en español a Marcia: con el pedazo pollon que debe tener tu marido no sé cómo no te embarazas todas las semanas.
Alejandra la recrimino ser tan bruta.
“Llámame lo que quieras” –dijo Daniela –“pero anda que no te gustaría follarte a un negraco como este, y te ahorras toda esa basura de yoga y relajación que haces “
Craig hizo una extraña mueca en su cara y sin decir nada se fue al jardín a jugar con la niña de Alejandra, y con Charlie, el perro. “¿No sabéis chicas que Craig ha mejorado mucho con el español? A pesar de que sigue sin hablar ni jota lo entiendo todo”, dijo Marcia, “Sorry, rey” –le gritó Daniela a Craig poniéndose las manos en la boca a modo de altavoz, “es que el ébano me vuelve loca”. Marcia molesta se levantó clavándola la mirada: “pues ahora sí que te vas a volver loca, vámonos al super a
pesarnos”
Ya en la puerta volvieron a discutir, que si cogían un taxi, que si iban en metro. Tras un sesudo cálculo de subir escaleras y quemar calorías, se impuso el transporte público. Y casi dos horas después llegaron al dichoso super. La báscula ya no estaba allí, en su lugar lucía un aparatoso fotomatón. Preguntaron a un reponedor que iba por el pasillo tirando de un carro metálico enorme lleno de zumos Ribena. Al oír la negativa, Alejandra se desplomó cayendo con fuerza en el suelo de mármol. Su ceja sangraba, y por muchas bofetadas que le dieron, seguía inconsciente. En menos de 15 minutos llegó la ambulancia que había llamado una de las cajeras. Cuando la subieron a la camilla empezó a balbucear, respondiendo con dificultad lo que le preguntaban los médicos. ¿Cómo se llama usted? ¿ha tomado alcohol en las ultimas 4 horas? ¿drogas? ¿segura? ¿cuántas horas hace que no come? ¿cómo? ¿cinco días dice? ¿más de cinco días sin comer nada solido? Al pinchar en su mano la aguja larga para ponerle el gotero de suero, la arrancó con fuerza al grito “no, ¡qué engorda!”
Marcia intentó calmar sus nervios acariciándole el pelo: Jandrita, tranquila, vamos al hospital, pero solo a pesarnos ¿eh?, que allí tienen basculas. Y encima está pegadito a Mayfair.

El aeropuerto
Llevaba observándola desde que la vio sentada sola. Se la veía tranquila y feliz, jugando con su peluche, pero era demasiado pequeña. Esperó casi 10 minutos sin quitarle ojo, y al final se acercó a ella:
- Buenos días señorita, ¿qué tal está?
- Muy bien, gracias señor policía, ¿y tú? – contestó la niña en perfecto inglés.
- Bien, no estoy mal, gracias. Todos los policías sabemos que eres una niña muy valiente a la que no le importaría viajar en avión sola, ¿a qué sí?
- Sí –contestó la niña alargando la “i” todo lo que pudo.
- De todos modos, me estaba preguntado donde están sus papás –dijo el policía agachándose para ponerse a la altura de ella
- Mamá ahora vuelve, está en el baño vomitando –dijo señalando hacia al fondo del hall, donde estaban los lavabos
- ¿Se encontraba mal?
- No, pero vomita porque no quiere estar gorda.
- ¿Y hace mucho que tu mamá se marchó al baño?
- Pues hace mucho rato ya. Es que ha desayunado dos gofres de chocolate y estará metiéndose los dedos en la boca –dijo haciendo el mismo gesto-, ¡Potando hasta la primera papilla! – exclamó con entusiasmo en español.
- ¿Y papá?, ¿en el baño con mamá? – preguntó el policía.
- Pues mamá dice que papá se fue de putas a Estambul. No sé si papá ya habrá vuelto.
- Bueno, no te preocupes – riéndose mientras se sentaba- vamos a esperar aquí a que venga tu mamá. Mira, tengo un regalo para las señoritas que esperan solas en el aeropuerto sin llorar –y sacó del bolsillo de la chaqueta una piruleta gigante de fresa.
- Señor policía, ¿me podría usted decir cuántas calorías tiene eso? ¿cuál es el porcentaje de carbohidratos? ¿y gramos de azúcar o edulcorante? –dijo la niña en tono muy repipi. En ese mismo momento apareció Alejandra, y al ver como alguien ofrecía algo a su hija empezó a gritar histérica que alguien llamase a la policía.
- Que no mamá, que no te enteras, este señor ya es policía –dijo riéndose la niña.
- Ah, perdone, es que ahora os visten a todos del mismo modo: a los azafatos, a los del Mark and Spencer, a los policías… –quiso aportar algún ejemplo más, y se quedó trabada.
- Mamá, este señor es muy simpático, y tiene un pedazo pollón... –dijo la niña– Sin dudarlo ni un instante, Alejandra se abalanzó sobre el policía. Esperpénticamente, intentaba estrangularlo al grito de “pederasta de mierda”. El agente no se preocupó en exceso y levantándola como una pluma se la quitó del medio
- Señora, tranquilícese por favor, ¿pero que está usted haciendo?
- ¡Eres un cerdo! ¡Te voy a matar negro de mierda! ¡Qué haces enseñándole la polla a mi hija!
- ¡Mamá!, que este señor no me ha enseñado nada, lo que pasa es que se parece al marido de Marcia
Tras varios minutos de tensión la situación se fue calmando por ambas partes, y Alejandra consiguió escaparse de la policía, sin ninguna denuncia racista o de abandono maternal.
En la puerta de embarque, las azafatas empezaron a mirar todas las maletas y el equipaje de mano.
- Señora, lo siento mucho, pero usted lleva más bultos de los permitidos
- Como, no te entiendo
- Sí. El bolso ese grande, y los juguetes de la niña cuenta como dos bultos
- ¿El bolso? Pero si es Louis Vuitton
- Todas las marcas deben cumplir con nuestras normas de aviación y me temo que el bolso excede las dimensiones 35 x 20 x 20 cm requeridas. Por favor, ¿me deja comprobarlo? –Alejandra se negó, queriéndolo hacer ella misma, y en efecto el bolso sobresalía más de 10 cm de altura- lo siento señora, pero este bolso no puede subirlo a cabina
- Pero que dirás niñata, este bolso cuesta más de lo que tú vas a ganar en todo el año. Además, entra perfectamente –dijo exaltada mientras lo empujaba toscamente al fondo de la jaula.
- Lo siento señora, el bolso excede las dimensiones permitidas y no está autorizado que usted lo suba al avión.
- Ya. Y yo me lo creo. Tú lo quieres es quedarte con mi bolso. Si tonta no eres.
La conversación empezó a subir de tono y otra azafata se acercó a ellas.
- Señora, lo siento de verdad, pero lo que dice mi compañera es cierto. De todos modos, quizás usted no debería subir tantas cosas al avión. Solo está permitido un bulto por pasajero, y la niña lleva tres
- Lleva solo uno.
- De hecho, lleva cuatro: el peluche, la maleta, el paraguas y el bastón mágico.
- Eso solo es un bulto. El bulto de los juguetes, ¿pero qué clase de aerolínea infanticida son usted?
- Señora, lo sentimos enormemente, pero son más de los bultos permitidos.
- Esta compañía es una organización criminal, y vosotras dos unas putas ladronas, ¿no os da vergüenza querer robarme las cosas en mi cara?
- Siento que no cumplamos sus expectativas. –dijo la azafata sin cambiar la expresión de su rostro- Si no somos de su agrado por favor no dude para su próximo viaje en reservar en una de las 10 aerolíneas más que cubren este mismo trayecto, perteneciendo 3 de ellas a nuestro mismo grupo empresarial. Me gustaría amablemente recordarle que nuestra compañía es la más fiable y económica de todas según el último macro estudio de noviembre, cumpliendo estrictamente con el capítulo 15, apartados 3, 4 y 5 barra B referentes a las restricciones de equipaje, incluidos en la ley de Aviación civil 563 del año 2015. Si tiene más dudas puede consultar en nuestra página web. Si desea poner una reclamación por favor no dude en llamar al teléfono 902 355 355 y tras el segundo pitido inicial pulse 3.
Lo de la más económica de todas le dolió en exceso. Tras bastante retraso, gritos e insultos, por fin embarcaron. Alejandra tiraba de la niña del brazo, que lloraba sin consuelo. Todos sus juguetes se habían quedado en el mostrador.
- No llores más cielo, ya verás que bien te lo pasas con el bolso mágico de Louis Vuitton, es un mago mucho más poderoso que el cursi de Harry Potter. Ya eres casi una mujercita, deberías entenderlo - le había dicho mamá mientras despegaban.

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