EL CUCHILLO DE MANGO AZUL María Victoria Cristancho
Había ejecutado el mismo procedimiento desde hacía más de diez años. Se aseguraba de que él no estuviese cerca y el resto era casi automático. Sacar el pequeño frasco del fondo de la alacena, abrir el envase, tomar una de las diminutas pepitas, ponerla en la tabla de cortar las verduras. Luego sacaba el mismo cuchillo de mango azul marino del cajón de los cubiertos . Clack, clack, clack, y la pastilla cedía a la presión del metálico instrumento hasta hacerse polvo. Pero un día Pablo había entrado a la cocina sin que Manuela se diera cuenta de su presencia. Ella tenía el cuchillo en la mano y la pastilla lista en la tabla. El instante se repetía en la mente de Manuela como una escena fílmica. Ahora era lunes, afuera estaba lloviendo con esa forma pertinaz del verano tardío. Había pasado un tenso y lento fin de semana. Había intentado refugiarse en el televisor, con el control iba pasando canales de manera automática. Veía el teléfono cada minuto. Pero nada, no había nada. Ella...